En Colombia el ambiente que rodea al
futbol es toxico, pasando por sectores como la prensa, patrocinadores,
dirigentes, jugadores, técnicos, clubes
y nosotros mismos. Siempre
tenemos resultados perversos en este deporte y nos preguntamos ¿por qué
si tenemos buenos jugadores?
Empezando por patrocinadores que desde la elección de estos mismos fue errada, ya que se eligió a una bebida
alcohólica para patrocinar el deporte, claro que quizás haya sido porque siempre los jugadores desde tiempos inmemorables
han cometido errores como los de Dayro
Moreno en los cuales han pensado más en cometer actos de indisciplina bajo el
efecto de estas sustancias que en jugar al futbol. Este es uno de los grandes
errores que cometieron los dirigentes y paradójicamente desde el mundial de
1998, último mundial al que fuimos, no se ha cambiado el patrocinador y solo se
ha ganado una copa América a la que argentina no fue y los otros seleccionados no fueron con sus verdaderas nominas
titulares.
Aparte de eso los dirigentes han
tenido otras pésimas decisiones y no han obtenido resultados, pero aun así se
han perpetuado en el poder, pero no se puede hacer nada ya que hay un bien
público a cargo de gente que busca su
beneficio personal. Tenemos dirigentes
pésimos entre los que podemos nombrar a Luis Bedoya el presidente de la Dimayor
un dirigente temerario y Álvaro Gonzales Álzate
el presidente del futbol amateur
en Colombia que solo se le puede dar el calificativo de canalla. Estos personajes
siempre culpan a nombres propios a cargo del puesto de director técnico y no
piensan en hacer inversiones en
divisionales menores, además creen que el jugador ya tiene por innatismo
características como una mentalidad ganadora o que el jugador siempre ha
definido bien. No piensan en elementos problemáticos como agregar un psicólogo
al plantel y no reflexionan en que si hay un entrenador de arqueros porque no
hay un entrenador para cada posición.
Los clubes en gran porcentaje
colaboran con estos malos resultados ya que
ponen su beneficio por encima de
la selección Colombia que es un bien común, esto lo hacen mediante actos como
no prestar jugadores para amistosos sabiendo que estos son muy importantes para
la preparación y formación de la selección.
El resto del ambiente hediondo que
rodea al futbol se completa con los técnicos, la prensa y con los colombianos en general. Los
recientemente nombrados son los encargados de masacrar la poca mentalidad
ganadora que tienen nuestros deportistas, empiezan por la prensa deportiva putrefacta
que desde hace mucho tiempo recalca diminutos triunfos, hace poco en la
transmisión del mundial de futbol sub-20 la prensa recalcaba de una forma
monótona que era el país con mejor
asistencia en mundiales sub-20 y lo decían con una importancia como si
hubiéramos sido los campeones de ese certamen. Además tenemos técnicos que transmiten su conformismo a los planteles
profesionales, como Eduardo Lara un personaje que lloro por haber empatado 0-0
con Brasil de visitante o el mismo “Bolillo” que afirmo que iba al mundial de
Francia 1998 a aprender después de que este era el tercer mundial consecutivo
que jugaba la selección.
Por último estamos nosotros que
compramos los insignificantes triunfos
que nos vende cualquier personaje y afirmamos es que el futbol nos representa
porque le ganamos a argentina 0-5 pero ¿Cuántas veces?, pero entonces respondemos
que un colombiano marco el único gol olímpico en la historia de los mundiales
pero ¿eso de que sirve? Y entonces como último
recurso decimos pero si somos campeones mundiales de la AMF (futbol de salón) sin saber que el futbol sala regido por la
AMF no tiene a los mejores representantes del mismo por que estos juegan en las competencias que
organiza la FIFA.
Y cuando terminen las actuales eliminatorias
la pregunta quizás sea ¿por qué no
fuimos al mundial? pero recapacitemos
para que ir, si Shakira quizás se presente en este mundial o si el colombiano
Reinaldo Rueda quizás este en dicho
mundial con Ecuador o si algún
árbitro colombiano estará en este certamen, para que, si igual con estos diminutos
hechos vamos a ocultar nuestros grandes
fracasos deportivos.
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